(debo recordarte, tus piernas torcidas) escribo dos palabras, vértigo de no ser bellas, de no bien hablar las paredes manchadas de un respiradero el pedazo de cielo, las nubes a toda velocidad los cables oxidados las conversaciones telefónicas de la vecina diciendo la le li, enfatizando las eles, la lengua siempre tras los dientes la lengua siempre con dios en la boca tampoco este lenguaje tosco, estas palabras repetidas soy yo, tampoco este lenguaje tosco, estas palabras repetidas estoy con adorno ninguna poesía silencio solo el vacío y qué hay detrás de la cortina, el filo frío cuchillo, el patio, la lluvia, el sur no hay nada uno, dos, treinta y tres gauchos un arma cargada de pasado, de aburrimiento, de poesía pedorra un homenaje a juana, a delmira (sin concha, claro) escribir poemas de poetas para poetas, sobre poemas sin perder el tiempo, rápidamente poesía no soy yo es este cansancio, ancestral, de cargar con espermatozoides y palabras y con ojos
mudo mundo
dónde habrán quedado, Darno los cuadernos en los que dibujé versos que no podía comprender y me dictaba la furia Porque todo el silente mundo insistía terco y me soplaban versos unos poetas tartamudos y yo hacía que todo me doliera igual que a ellos aunque me doliera una única muerte y si ahora con estos cuarenta y pico vinieron a visitarme los fantasmas que yo había dejado habitar mi solo dolor me quiero un entrecortado poeta golpeando con impericia la lata de la noche fría sé que la luna no caerá ni volverá el mundo a ser mudo al menos para mi
roto
Ya no la metafísica
el comienzo y el fin
ya no mis pies estancados
en el horizonte eufórico
Estoy aquí
roto en el tiempo roto
escu(l)piendo palabras
en la piedra caliza
que se desgrana
Y que arda por fin el mundo
Y que mis manos ayuden a estrangularlo
Lengua
madre de las desmadres
exceso de los pliegues
las cúpulas y las curvas
tres versos, en tres minutos
el tiempo no quiere seis
equilibrio
es noche oscura
ansiosos
unos pájaros agoreros
cantan
el gallo
orgulloso
irrumpe
los perros presienten
que a paso corto
llega
el día
al lado
tu respiración
pauta
el cuidado cálculo
del ruido
el mínimo silencio
necesario
para vivir
vendrán
con la luz
las risas de ainara
y la sorpresa de maite
el roto equilibrio
necesario
para vivir
Canto rodado
Un pájaro atraviesa la ventana
con dientes blancos
y dice que tiene vértigo
se tira
abajo
como una piedra en desuso
un avión de mala calidad
o una ballena gorda
en época de cielo
el perro sabe que esto no es una pileta
que no se baña
con sus huevos rojos de rascarse
que la alfombra donde nada en sueños
no es más que una cama sin sol
Si el pájaro regresa
decile que esto ya no es amor
es desesperación y huracán
que lo que cuelga del techo
son prédicas mal dichas
para cuando te cambies de posición en la cama
y que quedará solamente
un hueco para los dos
por donde se irán los piojos
y sacudiré mi pija
como una bandera blanca
pediré piedad
con una venita rota
manchando las sábanas
Nada de esto es cierto
ni el viento en mis pulmones
ni el humo de agua en el piso
ni las burbujas de la sopa
ni el estruendo de la siesta
duerme, mi niña
el pájaro se ha ido
ya no se rasca el perro
pero al quedar dolido
dice el estúpido que sueña
segundo nocturno
el sol limpia el cielo de nubes
comienza el lento vértigo
a la noche
su caída
anuncia la abolición del horizonte
Palazos
Me sacan a palazos al niño que
en la orilla de la playa
espera un cuerpo flotante
Me sacan a palazos el miedo
que devoro en la mesa
frío
la escasez
el horizonte turbio
los gritos de las niñas
los pezones sangrantes
el grillo en el baño
la escasez, la escasez
las cuentas colgadas
los números no dan
el cielo sigue celeste
el viento limpia la mañana
la vuelve a cada minuto más clara
me duele el cuerpo
el cuerpo molido
la cadera
la espalda
los mocos
el duelo
la vida
la escasez
la falta
me faltan los jazmines en los ojos, las tardes bajo el acolchado y la plata
los muertos, mis muertos, mi vida
si me rompo se rompe la mañana, se vuelve inútil todo esfuerzo, todas las páginas tecleadas para morir en la orilla de la escasez, de la falta, de los plazos
me como mi conciencia crítica del lenguaje y sigo con hambre
Los fantasmas (1)
Dicen que los fantasmas no salen de las casas en donde viven. Pero con el tiempo me fui convenciendo de que si salen, salen con nosotros, nos acompañan como una carga, como el maestro Yoda colgado para siempre en la espalda de Luke. No, no como peso, porque los fantasmas no pesan, son livianos como el aire.
Había una imagen de Jim Morrison sobre el cine proyectando la luz sobre el fondo de una caverna, una imagen que le robó a Platón, supe después. Tengo para mi que los fantasmas se proyectan en las paredes a través de nuestros ojos. En las paredes, en las personas, en las sillas, en las camas. Una especie de pausa en el tiempo los trae a escena. Y al liberarse no vuelve a la misma velocidad, y devuelve los recuerdos como epifanías.
¿Cómo se relata una pausa? Como un navegar en un mar espeso, un remo que al pujar se detiene, un río de voces muertas, de ecos. Es difícil narrar lo que no vive pero deambula en la casa. No veo los fantasmas pero ellos podrían salir de mis ojos.
ojos adánicos
Cuando, despierto ya el día,
el jardín ofrece églogas melodías,
el viento se vuelve tormento
de la cabellera dormida,
despiertan los ojos adánicos
llenos de luz y sin lengua,
quisieran decir:
“ya, incandescente brillo,
deja que cierre el párpado
y vuelva a la cama”.